Aunque pueda parecer que una visita en casa es más cercana, en realidad el formato online suele ser la mejor opción para garantizar el bienestar del animal y una evaluación más precisa de lo que está ocurriendo.

En primer lugar, evitamos introducir estímulos nuevos en su entorno: una persona desconocida, cambios en la rutina o la atención de los tutores al recibir visitas pueden alterar significativamente el comportamiento del animal. Esto es especialmente importante en gatos, que suelen ser muy sensibles a los cambios en su ambiente, pero también en perros con miedos, dificultades para gestionar visitas, reactividad o conflictos dentro del hogar.

Gracias a los materiales previos que solicitamos (como cuestionarios, vídeos y antecedentes veterinarios), podemos estudiar con detalle lo que está ocurriendo. Eso nos permite llegar al encuentro con una mirada ya afinada, centrándonos desde el principio en lo más relevante.

Al analizar vídeos grabados en momentos clave —cuando aparece el problema, durante interacciones cotidianas, en situaciones que generan tensión o malestar— obtenemos información mucho más rica y natural que la que podríamos ver en una visita. La presencia de alguien extraño a menudo cambia la conducta de los animales, ya sea por miedo, sobreexcitación o bloqueo. En cambio, desde la distancia, podemos observar su comportamiento auténtico y valorar cómo se desenvuelve en el día a día, sin interferencias externas.

Y si en algún momento vemos que una intervención presencial en casa puede aportar algo concreto y útil, lo valoraremos contigo sin problema. Pero en la mayoría de los casos, este formato nos permite trabajar con mucha profundidad, precisión y, sobre todo, cuidando de verdad el bienestar de tu compañero.