El aprendizaje es el cambio de conducta producido a partir de la experiencia. Conocer sus principios básicos es indispensable para la prevención, diagnóstico y tratamiento de los problemas de comportamiento.
Para hacerlo más sencillo distinguiremos entre aprendizaje asociativo, no asociativo y otros.
Aprendizaje no asociativo
Es el más sencillo y sucede «sin querer». Se basa en la modificación de una conducta tras la presentación de un estímulo en un contexto determinado.
Habituación
Es el mecanismo neural causante de la disminución o desaparición de una respuesta a un estímulo a través de una presentación repetida de este.
Se trata de un aprendizaje en el que existe una alta especificidad hacía el estímulo. Esto quiere decir que el perro que se habitúe al ruido fuerte de una maquina no tiene porque hacerlo al de los cohetes.
La habituación es la base para el tratamiento para las reacciones de excitación, miedo o ansiedad.
Sensibilización
Es el mecanismo neural que provoca el aumento de una respuesta hacía un estímulo a causa de una presentación intensa de este.
Al contrario que la habituación, la sensibilización presenta poca especificidad hacía el estímulo que la provoca. Por tanto, si un perro se sensibiliza su reactividad se incrementará para toda una variedad de estímulos.
El cambio observable de la conducta que se produce tras el aprendizaje no asociativo es el resultado neto de ambos procesos. Atendiendo a la teoría del proceso dual propuesta por Groves y Thompson en 1970 ambos procesos se pueden presentar juntos ante el mismo estímulo.
La prevalencia mayor de uno frente a otro, que no la exclusión, determina la intensidad del estímulo y, por lo tanto, las zonas del sistema nervioso involucrado.
Aprendizaje asociativo
Implica la existencia de una asociación entre dos estímulos y/o situaciones gracias a la existencia de contigüidad entre ellos. A su vez podemos distinguir entre condicionamiento clásico y operante.
Condicionamiento clásico
Tenemos un estímulo que, sin necesidad de aprendizaje, provoca una respuesta de forma espontánea. Si este estímulo no condicionado se presenta precedido de otro un número repetido y continuado de veces, causará la aparición de otro condicionado.
La base del mecanismo de aprendizaje la presentó de manera práctica el Premio Nobel de Fisiología y Medicina Iván Pavlov.
¿Os suena el perro de Pavlov?
El experimento buscaba asociar un timbre (estímulo neutro) con la comida (estimulo incondicionado) para convertir la hipersalivación (inicialmente respuesta incondicionada) en una respuesta condicionada que aparecerá al sonar el timbre. Es el mismo aprendizaje que causa la sobrexcitación antes de los paseos o la aparición de fobias.
Condicionamiento operante
Se sustenta en la asociación de una conducta con una respuesta positiva o negativa que la fomente o inhiba, respectivamente. En base a esto, serán reforzadores aquellos que aumenten su presentación y castigos los que la disminuyan.
Perfilando un poco más, distinguimos entre: refuerzo o castigo negativo cuando algo es retirado o eliminado y, positivo cuando se proporciona algo.
Refuerzo positivo
Le damos al animal algo agradable ya sea comida, caricias o juego en respuesta a una conducta, aumentando su aparición. Puede ser:
- Continuo: logrando un resultado más inmediato.
- Discontinuo: logrando un resultado uno más resistente.
Refuerzo negativo
Retiramos un estímulo desagradable para el animal provocando un crecimiento en la exhibición de esa conducta (Manteca X., 2009; Hernández P., 2013).
Un ejemplo son los collares de ahogo o de pinchos que se utilizan, entre otras cosas, para evitar que el perro tire de la correa durante el paseo. Al dejar de tirar, disminuye la tensión de la correa y el collar deja de infringir dolor. Lo cierto es que, muchas veces, estos collares no dejan de provocar el daño una vez el perro deja de tirar ya que se quedan apretados.
El ahogo o estrangulamiento también se utiliza como método de obediencia.
Castigo positivo
Presentamos al animal un estímulo desagradable en respuesta a su conducta con el fin de reducir su aparición. Debe de ser continuo, consistente y de corta duración, es decir, ser retirado en cuanto cese el comportamiento no deseado (Manteca X., 2009; Hernández P., 2013). Puede ser:
- Físico: Un toque, tirón de correa o, directamente, pegar al animal.
- Verbal: mediante el uso de un tono amenazante.
Es importante entender que los perros son increíbles analistas de nuestros gestos. Por esto mismo pueden asociar ciertos gestos corporales o faciales con eventos desagradables o situaciones incomodas. En estos casos, el animal también sufre estrés y/o miedo.
Los más habituales son reñir con la voz y los tirones de correa
Luño y col., 2012
Por ejemplo, el empleo de la correa como castigo a un acercamiento intenso a otros perros puede motivar la exhibición de conductas defensivas y/o agresivas hacia individuos de su especie (Haug, 2008).
Uno de los instrumentos, tristemente, más famosos son los collares eléctricos o de citronella. Ambos desaconsejados por los efectos adversos comportamentales y físicos que producen.
El collar eléctrico es culpable de:
- Aumento de la frecuencia cardiaca.
- Aumento de la concentración de cortisol en sangre. Esto conlleva la presencia persistente de síntomas de estrés (Schalke y col., 2007; Cooper J. y col., 2014)
- Una posición corporal más baja (Schilder y Van der Borg, 2004)
De igual forma, los collares de citronella (sustancia fungicida e insecticida de olor desagradable para el animal):
- Aumentan la frecuencia cardíaca y la temperatura rectal inclusive en los momentos antes de que la sustancia sea pulverizada.
Tanto el refuerzo negativo como el castigo positivo mal empleados se sitúan en contra del bienestar animal y son promotores, en muchos casos, de la aparición de problemas de comportamiento (Hiby y col., 2004; Blackwell y col., 2008) debido al efecto negativo que causan en la conducta del perro (Schilder y col., 2004).
Castigo negativo
Retiramos al animal algo que le resulte agradable para que la conducta deje de mostrarse. Debe de ser continuo, consistente y de corta duración.
Los castigos negativos más empleados son, el aislamiento social o cesar el juego. En cualquiera de los casos, la aparición de la consecuencia debe de ser inmediata para que la asociación sea efectiva y se produzca el aprendizaje. Se aconseja que:
- Cese cuando lo haga el comportamiento no deseado.
- Se proporcione una conducta alternativa correcta que pueda ser premiada.
En resumen, se recomienda el uso del refuerzo positivo por encima de otras técnicas de condicionamiento operante.
Otros tipos de aprendizaje
Imitación
El modelamiento o aprendizaje por imitación, hace referencia a la actividad de copiar la forma de las respuestas motoras observando la realización de esa misma actividad en otros miembros del grupo social (Shettleworth, 1994). Algunos estudios muestran cómo los perros son capaces de modificar su comportamiento en función de una acción mostrada por un experimentador (Topál y col. 2006).
Claudia Fugazza con su método de adiestramiento «Do as I do», sugieren que los perros sí son capaces de imitar acciones nuevas. Además, afirma que pueden hacerlo sin haberlas practicado antes.
Aprendizaje reflexivo (Insight)
El aprendizaje reflexivo consiste en la solución de un problema mediante el pensamiento. De importancia en juegos mentales y resolución de problemas.
Impronta
La impronta es un proceso biológico de aprendizaje a través del cual, las crías se identifican con los adultos de su especie. La impronta la estudió el etólogo Konrad Lorenz en el año 1935. Siendo uno de los conceptos que inauguró la etología como ciencia reconocida.
Como siempre, estamos a tu total disposición para las dudas que puedan surgir y, ¡recuerda! ante un problema de conducta siempre es aconsejable acudir a un veterinario especialista en medicina del comportamiento.